Horizonte tendido
a modo de mar dorada
profunda y mansa,
pintada con pinceladas doradas,
quebrada por cúpulas de campanarios.
Sobrio e inclemente paisaje,
pueblos añosos sin antepecho.
Bajo el álgido invierno
sin amparo,
el viento gélido
rompe el silencio,
serpentea por la llanura
tirita el toque de campanas.
Tórrida y fría explanada
de la meseta castellana.
Forjas al castellano
noble, austero y fuerte.
Considero oportuno reponer este poema
lo escribí en honor a mi tierra...Castilla.
2 comentarios:
Siempre es un honor volver a los homenajes de la tierra que nos vio nacer. Y tu poema, Charo, tiene la fuerza del orgullo y la belleza de los sentimientos, puestos en él.
Hermoso, querida amiga.
Besotes muy grandes.
El campanario, el sonido de las campanas y tanta libertad que han enviado a las ondas acústicas. Aún con verlas, la libertad de la vida y el seguir adelante me sonríen. Linda foto.
Un abrazo!
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